El no va más de la cocina local. Pulpo, costillas, tarta de almendra, queso con membrillo. Licor café. Vino tinto,… y sobretodo, la señora de la casa, Flora, que con su sonrisa y humildad gallega hará que este sea un menú inolvidable.
El restaurante está montado en los bajos de una casa. Con sus calefacciones de butano, su televisor con las notícias, su clientela fija… No falta el buen pan y el mantel de papel.
Imposible salir con hambre…
Os dejo un interesante artículo
Yo, cliente veraniego durante toda mi infancia, he recibido con mucha tristeza la noticia de que este establecimiento ha desaparecido. La comida era una maravilla, y la familia que lo regentaba, desde la abuela hasta la nieta, otra. Una verdadera pena. ¿Alguien sabe si han reabierto en otro local? Gracias.
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